Porque

Al despertarme por la mañana, después de que mi madre me gritara por quinta o sexta vez que saliera de la cama que sinó haría tarde, me levanté. Era raro pero no había oído el despertador. Parece imposible que el pitido de un reloj decida tu vida. Bueno, me dispuse a salir de mi cuarto en cuanto me vestí  -un duro trabajo escoger la ropa, por cierto- luego salí, me puse en la boca una tostada, y tras coger la mochila me fui corriendo. Como creí, había perdido el autobús, buena manera de empezar el curso. Entonces no me quedaba otra, cogí la bici y a pedalear…  ¿queréis saber qué pasó entonces?  Llegué tarde a clase. A primera hora tocaba catalán y no es que no me gustase la clase es simplemente que la profe no se explicaba bien. En cuanto terminó de su larga e aburrida explicación de la que nadie se enteró, nos explicó que la semana siguiente venía un chico nuevo a clase. Yo no le di mucha importancia a aquella noticia, francamente me daba igual, seguro que sería uno de esos típicos chulitos que iban por ahí creyéndose los mejores. Aunque… ¿sería guapo o feo?, ¿bajito o alto?, ¿rubio o quizás moreno? Tengo que aceptar que ese tipo de preguntas me incuriosa.
Cuando terminé el cole, me fui con mis amigos al centro comercial, íbamos a ver una película de comedia “con las patas en la masa”. Habíamos quedado Jessie, Susan, Cristine, Daniel y Joe, Joe era el novio de Susan y Daniel, bueno era Daniel. Llegué al cine y aún faltaban Daniel y Susan, los más tardones.
La peli fue muy divertida. Eran las 8 y empezaba a hacerse tarde así que me dirigí a casa. Mi madre me pregunto qué tal me había ido al día, y la verdad es que me fue muy bien, hicimos una preuba de repaso y saqué un 9 y medio. Después de explicárselo todo cené, miré un poco la televisión y me fui a la cama. No podia dormir así que leí un libro “Una historia de locos” una historia muy peculiar. Al cabo de un rato me quedé dormida. La semana fue pasando a su largo paso y el día de la llegada del chico nuevo, llegó. Todos se estaban preguntando qué classe de tipo sería. Entonces, alguien llamó a la puerta de nuestra classe, era él. La profe la abrió y pasó. Parecía tener un poco de vergüenza. Pasó por delante de mi y me saludó, yo iba a responderle cuando Maria mi compañera, me dijo que estaba roja como un tomate, diós qué vergüenza pasé, lo raro es que en aquel momento no conseguía comprender por qué me puse roja. Él  no es que fuese un mister de esos tan guapos que salían por la tele, era más bien un chico con la cara redonda, moreno, pelo liso.
 Se había juntado con la pandilla de los más “guays” por decirlo así. No se preocupaba mucho por ver si alguna chica se fijaba en el, solo pensaba –creo yo- en las que estaban más buenas. Eso a mi parecía molestarme un poco. No sabía por qué me tomaba tantas molestias en que se fijase en mi. Un día volviendo para casa, me crucé con él por el camino, entonces se acercó a mi y me dijo:
·         ¡Hola!
·         Ho...hola- respondí flojito.
·         ¿Tu eres Julie, verdad?
·         Em... sí i tu como te llamas?
·         Yo Tom.  Eres muy calladita en clase.
·         Si esque... no sé...
·         ¿Tienes novio?- pregunto él con el menor disimulo.
·         ¡Yo! No, Bueno yo me voy por esta calle ya nos veremos...- esa pregunta me era un poco incómoda.
·         Perdón por la pregunta, soy muy directo, no vayas a pensar mal ahora ¿eh?-dijo extrañado.
·         No es solo que mi casa es por ahí, Bueno adiós.
·         Adiós- se despidió.
 Subí directa a mi cuarto evitando preguntas, pues solo quería  tumbarme y reflexionar sobre lo ocurrido. De hecho reflexioné tanto que me dolía la cabeza. Después de cenar volví a mi cuarto, i me desnudé para ponerme el pijama. Entonces vi algo entre los árboles de la calle. Era un chico, però ¿cuál? Joe estaba con Susan y Daniel castigado por llegar tarde a casa. Ese tío que me estaba mirando f, entonces caí en la cuíjamente. Era... ¡Tom! Y me estaba mirando con sus ojos fijados en mi cuerpo, qué vergüenza, pensé. ¡Diós estaba en pijama y con el pelo super mál! Tom salió de los arbustos i dijo un comentario:
·         Así que vives aquí, una calle tranquila.
·         ¡Sí, oye qué hacías allí escondido!- dije  olvidándome que me estaba espiando.
·         Yo pasaba por aquí y... te vi y... perdón.
·         Je, je- solté una risita.
·         ¿De que te ries?
·          disimulas muy mal- contesté
·         Ja, ja- era eso.
·         Julie ¿con quién hablas? Ya sabes que no me gusta que gastes tanto teléfono.- se interpuso mi madre.
·         Mamá no estoy hablando, no te imagines cosas- respuse
·         Veo que se avecinan problemas, mejor sigo con mi camino, yo vivo en el bloque de al lado si tienes algun problema un día... Bueno, adiós.
·         Adiós- dije y allí terminó la conversación.                          


Ya se me habían hecho las 12 y si mañana quería quedar con Susan y Jessie debía irme a dormir.
A la mañana del sábado fui con Susan y Jessie, quedamos para dar un paseo por el pueblo. Y mientras estábamos andando nos encontramos a  Tom. Yo le miré, le solté una risita y me giré, las otras se pararon a preguntar qué hacía por ahí solo, y aunque no me fijé mucho, noté que no dejaba de mirarme. Y cuando ellas se dieron cuenta de que nos estábamos intercambiando miraditas solo se les ocurrió decir:
·         Anda novietes, dejaos, ya de miraditas- dijo Jessie, que es muy salida.
·         ¿¡Q...q...qu...qué!?- respondimos a la vez.
·         Vamos que estáis más rojos que unos tomates- respondió Susan.
·         Anda, anda, vamonos que la estamos liando ja,ja,ja- respondió Jessie.


Ya nos íbamos a ir cuando a Jessie se le ocurrió decir si quería venir con nosotras, y él respondió que sí. Por una parte me sentia feliz, però por otra enrabiada por las fastidiosas ideas de mis amigas. La tarde fue interesante digamos i de nuevo a las 8 llegué a casa, mi madre es muy estricta con eso de quedar. Y ahora es cuando os preguntáis como es que quedo tanto, Bueno primero solo quedo dos veces a la semana i segundo me dejó a partir de una edad bastante tarde, digamos: a los 13 y yo tengo 16... como ya había merendado mucho no quise cenar y en cuanto subí a mi habitación me dispuse en pensar en esa tarde que había pasado. Y en una de las frases que mencionó Susan durante ella: “estáis más rojos con un tomate”. Realmente los dos nos pusimos rojos en cuanto nos pilló intercanviando miraditas, i no parábamos de mirarnos ¿sería que nos gustábamos? Esa pregunta me resonó durante toda la noche por mi cabeza. El domingo pasó y un nuevo día de cole o insti empezaba. Tom y yo nos miramos como si aquél sábado nunca hubiera pasado nada.


A partir de allí tardamos mucho tiempo en volver a hablar, con conversaciones largas y errores curiosos. Él cada vez se hacía más amigo de los gamberros y ellos le enseñaban las chicas más guapas de la classe, por ejemplo estaba Sarah, él decía siempre que le gustaba, pero yo no lo creo, seguia teniendo esperanza. En todo el tiempo que pasó pude comprender por qué me sonrojaba siempre que lo veía, no podia vivir sin él, lo quería y no podia evitar mis sentimientos. Y justo cuando creia haberle perdido entre la multitud, un brote de esperanza se abrió camino entre la aglomeración. Hubo un cambio de sitios en clase. Nos tocó sentarnos juntos. Al principio casi no hablábamos, luego no había quien nos parase. Nuestras manos se rozaban con freqüència y cada vez que eso sucedía me llenaba de alegria. Hasta que llegó un día en el que no aguanté más el no decía nada y me trataba de amiga, aunque para mí era más que un amigo. Me declaré por el facebook. Y si ahora os pensáis que empezamos a salir, estáis equivocados, no fue así, ni se inmutó.


Me hizo mucha rabia ¿por qué no lo aceptaba de una vez? Al día seiguiente lo cogí, lo llevé a un sitio disimulado y le dije:
·         ¿Qué pasa contigo a ver?- dije mosqueada
·         Qué dices ahora.
·         No te hagas el idota conmigo, estás hiriendo mis sentimientos. Yo... yo... ¡¡¡TE QUIERO!!!
Entonces él esperó unos segundos –eternos- en contestar:
·         Bueno...
·         ¡Bueno qué, pero tu de que v...!- y me calló con un beso. Yo no sabía cómo reaccionar, así que me dejé llevar.